Hoy que tengo más conciencia de las mujeres que me inspiran quiero analizar algo diferente. Ellas sacudieron la historia de las revoluciones, inspiraron a los patriotas las hazañas más nobles y encendieron los discursos más agitadores. Ellos tuvieron madres, esposas, abuelas, hijas, amigas. Tuvieron a una mujer susurrando a sus oídos qué decir y qué hacer.
Cómo no reconocer una historia atravesada por la delirante presencia de abundantes mujeres valientes. Toneladas de páginas han sido arrancadas deliberadamente de la historiografía popular por hacer creer lo contrario. Muchas son las evidencias que lo ratifican. La Libertad guiando al pueblo de Delacroix en la Francia revolucionaria de 1830, y sus símiles en estatuas como la de Bartholdi e Eiffel en Nueva York (1886) son la representación más clara de una influencia femenina determinante en la obtención de la libertad de las naciones. Sí, creo que lo más puro del republicanismo fue inspirado por una mujer, una madre, una esposa, una abuela, una hija, una amiga… y todas al unísono.
En no pocas veces, la mujer ha sido relegada a un papel socialmente secundario en las manifestaciones protagónicas. Muchas veces, quienes hacen opinión pública, manuales de educación, o políticas públicas minimizan y hasta intentan ignorar los genuinos aportes de la mujer en la cotidiana construcción de la historia.En los textos escolares de Historia la presencia de las mujeres es aún muy escasa y queda reducida a la labores del hogar, la crianza de los hijos y a la complaciente compañía de los nobles varones en calidad de esposas. ¡Qué vergüenza! Ellas responden y siguen respondiendo con gran creatividad a esta ultrajante marginación. La emancipación de la mujer en términos de igualdad con el varón ha sido una de las grandes revoluciones silenciosas. Gracias a ellas hoy podemos aceptarnos como iguales en la diferencia.
Ellas interpelan diariamente el núcleo duro del machismo hegemónico para ser tratadas con igualdad sin dejar de ser mujeres. Y eso no es reciente. Manuelita Saenz salvó el pellejo del Libertador Bolívar en la actual Colombia y le ayudó, hombro con hombro, a lograr la independencia. Manuela Cañizares, ideóloga de la independencia ecuatoriana, recibió en su propia casa a los patriotas y próceres de 1809, entre ellos a Manuela Espejo, hermana de Eugenio Espejo. Matilde Hidalgo fue la primera mujer en ejercer el derecho al voto en Latinoamérica (1924), primera mujer en el Ecuador en profesionalizarse a nivel universitario, y sobre todo la primera mujer en desafiar los dogmas religiosos de inferioridad frente al varón. Matilde fue excomulgada, a costa de ser una brillante doctora en medicina y un ejemplo para la silenciosa emancipación de las mujeres en todo el mundo.
Este reconocimiento es mi homenaje a todas las mujeres valientes que son mis lectoras. A sus madres, hermanas, familiares y amigas. Pero sobre todo es mi homenaje a esa mujer de hondos ojos sarracenos en cuyo amplio regazo he sollozado, dormido, crecido, y conmigo mis acciones mejor trabajadas; y para esa mujer cálida, generosa, imprecisa y luminosa, a quien con solo verla tal vez muero un poco: mi mamá y mi esposa. Ambas son capaces de construir nuevas revoluciones todos los días silenciosamente.
gahidalgo@flacso.org.ec
Disponible en: http://ec.globedia.com/a-las-mujeres-valientes
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Un abrazo. Gabriel
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