sábado, 28 de julio de 2007

Descentralizar y autonomizar el Estado

Con la curiosa decisión del Gobierno central de inaugurar una cartera de Estado para asuntos de la región Costa en Guayaquil, es necesario que se discuta cuanto antes sobre este tema. Importa entonces a los argumentos descentralizacionistas y autonomistas la existencia de un Ministerio dependiente de la administración central que se encuentre fuera de su sede. Empecemos conviniendo en que la descentralización es diferente de las autonomías. La primera supone, pues, transferir el poder de un gobierno central a autoridades no jerárquicamente subordinadas. Este poder jurisdiccional delega la capacidad de gobernar y de administrar los recursos que, antes de esta delegación administrativa, estaban dirigidos por el poder central. Por su parte, la autonomía es una entidad territorial que, dentro del ordenamiento constitucional, está dotada de autonomía legislativa y competencias ejecutivas, así como de la facultad de administrarse mediante sus propios representantes. La diferencia esta clara. La primera supone recursos y atribuciones solamente; la segunda territorio y competencias especiales, pero no independencia constitucional. Sin embargo debemos convenir en que ambas contienen el interés de una administración pública menos centralista y más cercana al ciudadano, asunto que parece saludable al bien común. Digo esto porque en los anales de la historia se registra que los Estados febrilmente centralizadores han derivado en formas totalitarias de gobierno y en dictaduras. Esto se puede explicar por la exagerada acumulación de poder en la que el gobernante no puede cumplir con su rol de administrador y ejecutor, se entromete en las funciones del legislador y hasta del juzgador, las entorpece; esto provoca corrupción y clientelismo, y finalmente el modelo fracasa como el colapso vivido antes de la caída del muro del Berlín en 1989. Entonces podemos concluir que los Estados “entrometidos” son torpes y funcionan mal. Producto de ello es la insoportable descomposición en la que vivimos aun hoy. Se sabe que nadie, por más hábil que sea, puede hacer todo por todos. Por eso la urgencia de fundar un Estado más dinámico y eficaz que no tolere la impunidad y la deshonestidad; que sea participativo y pluralista, pues las actuales corrientes ciudadanas exigen mayor intervención en las decisiones gubernamentales, y una disminución dramática de las potestades y atribuciones del gobierno, que como vimos, siempre son mal usadas. Es decir, lo que resulta más conveniente es disminuir el Estado y con este el tamaño del “botín político” que administraba el burócrata, y darle a este funciones elementales que le prohíban comportamientos desleales. Lo que dicho en otros términos significa un Estado mínimo. Lo hemos dicho siempre: es necesario disminuir el tamaño del Estado, para agradar el tamaño del país en educación, salud y trabajo. Creemos que fundar nuevas formas de burocratismo agranda un Estado que tradicionalmente ha funcionado mal. No sólo que genera nuevos empleos públicos que, parasitariamente, son pagados por todos los ecuatorianos, sino que llevar una sucursal del Gobierno a la Costa (como si no hubiese gobernaciones provinciales), y entrometerse en los asuntos de los Municipios locales, fastidia e impide trabajar. No faltará quien quiera 21 nuevos Ministerios para las provincias faltantes. Los demagogos y milagreros ya están proponiendo la creación del un Ministerio de la Lojanidad, cuando lo que necesitamos nosotros es embarcarnos en el desarrollo regional que prodiga un proceso serio y solidario de descentralización y autonomías que es lo contrario a este proceder curioso e inadecuado. Despidámonos, pues, como buenos bolivarianos recordando lo que el Libertador anticipaba con aguda habilidad profética: “Huid del país donde uno sólo pretende acumular todos los poderes; ese es un país de esclavos”.

lunes, 23 de julio de 2007

El conflicto Correa-Nebot es populista y por tanto perjudicial

Predicar abiertamente, a viva voz, y a los cuatro vientos, expresiones de polarización y conflicto social contiene una abundante y muy grave dosis de populismo, demagogia e inconveniencia. Debemos empezar por reconocer que la práctica del populismo no es de propiedad exclusiva de ningún grupo político especialmente, sino que se trata de una deformidad de la democracia que no supone sino sólo malestar e incertidumbre por causa de la ausencia, a veces temporal, de una ideología política definida la que en otros términos asegura un norte objetivo para los ciudadanos. Repetir sin empacho que “si es con Guayaquil, es conmigo” como si el resto de la República no importase, o que “la Patria ya es de todos” pero menos de unos u otros, que no son patria, se convierten en el continente de aquello que conocemos como un conflicto entre clases sociales por demás perjudicial. Aun cuando el Presidente de la República y el Alcalde porteño gozan de una popularidad que bordea del 65% al 70% de aceptación, ambos se afanan curiosamente en disputarse el dominio de la voluntad popular para asegurar permanencia a sus planes políticos en desmedro de una disputa que esta enfrentado a empresarios con obreros, a patronos con empleados, a pelucones con otro que dizque no tienen peluca. Todos ellos tradicionalmente se han entendido pacíficamente por efecto de una curiosa ausencia del impuesto indígena a las encomiendas aplicado en la época de la Colonia, como lo explica el historiador Guillermo Arosemena (El Comercio de Ecuador del 23 de julio de 2007). Este precedente ha provocado simpatía por la libertad empresarial que se vive aun hoy en ciudades costeras como Guayaquil, en las que debemos reconocer una gran destreza en el momento de convenir comercialmente, producir y mercar. Esta disputa entre ambos mandatarios faculta a los críticos a hacer este tipo de comentarios. En ese sentido se expresa Enrique Krauze, escritor mexicano y analista del diario EL PAIS de Argentina, para quien “el populista alienta el odio de clases”, y provoca el escándalo del mismo modo que el incitado por ambos gobernantes. Veamos, pues, si este enfrentamiento que se vuelve en contra de individuos, de sectores sociales que se necesitan y son complementarios, resulta lo más conveniente para la existencia armónica de esa comunidad.

Gabriel Hidalgo Andrade
Artículo publicado en el Noticiero radial Poder Noticias
Ecuador, 23 de julio de 2007.

sábado, 21 de julio de 2007

Los monopolios: inconveniencias y excepciones

Se sabe del empeño del actual gobierno de derogar los derechos fundamentales de los individuos y remplazarlos por los derechos sociales. Se logra esta inferencia después de presumir sobre los argumentos que previsiblemente inspiraron la propuesta que presentaría el gobierno para la venidera reforma política sobre la regulación de los monopolios. Debo prevenir al amable radioescucha que hablamos de un monopolio cuando referimos sobre un empresa que vende un producto que no tiene sustitutivos cercanos, lo que dicho en términos más sencillos significa que se trata de una empresa que tiene la venta exclusiva de un producto porque otras empresas no pueden entrar a competir con la primera. En ese sentido podemos decir que existen monopolios públicos y monopolios privados. Sectores más reaccionarios se han manifestado en contra de toda forma de monopolizar servicios y proveeduría de bienes, pero lo han hecho de modo inconsecuente e incongruente con su discurso. Las reacciones en contra del TLC, por ejemplo, exigían la eliminación de los monopolios privados, pero no de los monopolios públicos que resultan más perjudiciales y molestos. ¿Acaso el monopolio público ejercido por el IESS sobre la seguridad social es bueno? ¿Acaso instituciones como esta, a la que se aporta obligatoriamente casi un cuarto de la remuneración del trabajador, no son torpes e ineficientes? ¿Le parece a usted que el sindicalismo no ha privatizado los servicios públicos? Se sabe que un monopolio es concedido a la empresa privada sólo por ley o decreto del poder público, y que el Gobierno actual quiere eliminar todo monopolio privado. Parece, sin embargo, conveniente rescatar la intención de eliminar los monopolios privados creados por el mismo Estado, como las Notarias y Registradurias de la Propiedad, cuya actividad no puede considerarse motivo de enriquecimiento particular sobre una tarea que es eminentemente pública. Por otro lado los derechos sobre la propiedad intelectual y el registro de marcas y patentes que son monopolios de sus autores no pueden perder amparo estatal con el pretexto febril de eliminar todo monopolio, pues eso significaría un descenso importante en el nivel de la producción de investigaciones científicas, obras artísticas y literarias que verían desestimada su actividad y optarían por otra. Dentro de todo esto resulta muy ingenuo y hasta absurdo repetir el discursito ese del modelo neoliberal en nuestro país, mientras vemos la intervención abusiva de un Estado que se nos mete hasta en la sopa. La electricidad, las telecomunicaciones, la salud, la educación, el petróleo, la seguridad social, el gas, y un largísimo etcétera, son monopolios estatales que no han funcionado nada bien. Entonces, ¿queremos transplantar esa ineficiencia a la dinámica de la vida privada y volverla torpe con el pretexto de estatizar toda actividad particular?

Gabriel Hidalgo Andrade
Analista de opinión,
Publicación realizada en el programa radial Opinión Ciudadana,
Ecuador, 21 de julio de 2007

miércoles, 11 de julio de 2007

Diputados entre prebendas y manteles.

Parece mentira, pero cada vez contamos con mayores razones para avergonzarnos de nuestra representación política, pero con especial medida y atención en nuestros delegados de elección popular. Decimos que el Congreso Nacional debe ser el recinto democrático por excelencia, y que sus integrantes -por el favor popular recibido- deben ser quienes personifiquen las cualidades, talentos y fortalezas de sus electores, por quienes comprometen integro su proceder. Pero lo que sucede en realidad es absolutamente contrario, indigno, y molesto. Sabemos que después de la descalificación de los 56 diputados de la oposición, a un grupo mayoritario de sus suplentes no les incomodó disfrazarse con simpáticos velos de tela, cuya procedencia era las cocinas de Carondelet, para en nombre de la “democracia” y de la “estabilidad política” de la República vestir de cuerpo entero esos manteles, que otros los usan para mantener limpias las mesas, y que éstos las usaron para taparse la cara y ponérselos en la cabeza. Ojala todavía a algunos les quede el olor a vergüenza. Entonces ¿como podemos llamar a ese grupo el “bloque de la dignidad” mientras ahora la mitad de ellos se encuentran acusados de corrupción, de exigir prebendas y cargos públicos a cambio de votos, y de chantajear al Gobierno? (!!!)… Este grupo de hipócritas indignan y encolerizan a las provincias de las que proceden. Este grupo de ignominiosos, degradantes e indignos tropezaron con la representación y creyeron poder hacer negocio con la verticalidad de sus brazos en el momento de votar alguna ley al que, por todo esto, le han puesto un precio de arrendamiento. Estos son los famosos diputados de alquiler que nunca faltan en todo gobierno: gente sin escrúpulos que vende su conciencia al mejor postor. Pero ¡qué simpático!, dentro de este grupo se encuentra la primera “mujer del maletín”, y con ella nos referimos a la primera señora que dejó su recato para pasearse en los corrillos congresiles mercando con los votos y conciencias de sus compañeros “dignos” a cambio de canonjías y dinero. Por desgracia Loja entera tiene por quien abochornarse en este grupo. Qué vergüenza para todas las mujeres que trabajan honradamente quienes nunca eligieron a nadie para estos menesteres.

Publicación realizada el lunes 8 de julio de 2007,
Poder Noticias

sábado, 7 de julio de 2007

OPINIÓN


Estimado señor Presidente:

Nuestra estima por usted se expresa como un formalismo. Las incongruencias y desatinos con nuestra región hacen menos apreciable su gestión, que a nosotros se nos antoja obtusa e incumplida. Le envió un saludo desde Loja, pues naturalmente deseo que la salud no le falte y no se sirva de este pretexto para olvidar y engañar más a esta parte del país. No olvide, señor Presidente, que poco después de su posesión declaró la “emergencia vial de la región sur”, tema ridiculizado por la lentitud en la atención del mantenimiento vial. Se entiende, señor Presidente, que algo emergente es lo que se atiende con apuro y diligencia por el peligro que le sobreviene y que esto significa. El apuro le duró poco a usted; sólo el día de la declaratoria, parece. Entramos al medio año y no se ha puesto ni una palada de arena para mejorar los potreros que tenemos en lugar de vías. Esto también da la medida de la pobre calidad de nuestros funcionarios, de quienes, por decir lo menos, son pésimos. Con leguleyadas justifican su incompetencia. La vigencia de los contratos que mantiene el Estado con las constructoras Colisa y Caminos impide el mejoramiento de la vía Loja-Oña, de 103 kilómetros. Compañías que fueron contratadas hace 5 años; es decir, en mayo de 2002 ¿Puede cometerse mayor desfachatez?, ¿este es motivo capaz de justificar la torpeza en los trabajos de construcción vial? A nosotros nos parece una soberana estupidez. No queremos subsecretarios, gobernadores, y directores ministeriales tímidos, miedosos y retraídos. Si no pueden con esta función, échelos. Ponga gente interesada en servir y cumplir con lo poco que le pide esta provincia. Ahora el plan de emergencia vial se limita a ser la ruta Loja-Zamora, y enhorabuena por el contacto con nuestros hermanos zamoranos, pero ¿en dónde quedan las rutas: Loja-Saraguro-Cuenca; Velacruz-Chaguarpamba-Río Pindo-La Avanzada?, Ahora se anuncia la presencia en Loja de Ministro de Obras Públicas y Transportación este lunes para firmar los contratos esperados, ojala se cumpla. ¿Hasta cuando señor Presidente? Decimos esto con sumo respeto, pero con abundante criticidad, y empeño por lo nuestro. A usted, nuestros saludos cordiales.- Atentamente, El olvidado pueblo de la provincia de Loja.


Gabriel Hidalgo Andrade
Analista de opinión
Publicación del Diario La Hora de Ecuador,
Sábado, 7 de julio de 2007

viernes, 6 de julio de 2007

OPINIÓN



La patria ya es de todos


Talvez el importante descenso en la popularidad del Presidente de la República sea una exageración, considerando que la actual coyuntura política tiene sus interesados y que el sesgo proselitista también ha influido en esos cálculos técnicos. Tal vez no. Tal vez sea acertada la investigación de Cedatos. No obstante la popularidad del señor Presidente se mantiene muy elevada, y con un grado de aceptación histórico, y eso es bueno. Lo malo resulta entender que se halla gastado alrededor de un millón de dólares sólo en publicidad para difundir comercialmente que la “patria ya es de todos”. A nosotros los lojanos todavía no nos parece que lo sea después de la postergación en la que nos mantienen, y que conste que hemos hecho los reclamos oportunamente a nivel ciudadano, pues para las autoridades parece que el mundo les llegará al Villonaco. La vialidad es un desastre, y para suerte nuestra, el Ministro de Obras Públicas y Transportación lo vivió con un gran susto desde el aire, aquel día que se trasladaba a nuestra provincia y tuvo que hacer un trasbordo obligado al aeropuerto de Guayaquil pues el vejestorio que lo llevaba se fragmentó en una de sus ventanas. Todos sabemos que TAME es una aerolínea del Estado y que como tal debe servir con la misma rectitud e integridad a todas la provincias del Ecuador por igual… ¡y que conste que la patria ya es de todos!, sería el colmo que después de un millón de dólares gastados en publicidad no lo tengamos claro… y no me digan que esto también pasa en otras partes, pues a los aviones viejos nos los siempre mandan para acá. Pero mejor es necesario tener cuidado, no vaya a ser que se sienta ofendido el señor Presidente, por reclamar lo que históricamente nos corresponde, y que grite arrogantemente que decimos o escribimos “porquerías”, en sus mismos términos, dizque con el pretexto que leamos sólo su página web; pero yo me pregunto ¿acaso ahí se a ha publicado la postergación vial que atraviesa la provincia de Loja?, ¿acaso ahí se dice que ya se esta haciendo algo por las rutas Loja-Saraguro-Cuenca; Velacruz-Chaguarpamba-Río Pindo-La Avanzada que exigimos desde hace 80 años?, porque no es un favor del Estado, sino una obligación que le corresponde... Pero no. Para el sólo somos “bestias salvajes” en sus propios términos los que publicamos nuestras inconformidades con el Gobierno al que criticamos despiadadamente en nombre de una muchedumbre que exige carreteras en buen estado para comerciar y prosperar. Pero curiosamente eso no esta en su página web. Lo demás para él son “porquerías”… ¡y que conste que la patria ya es de todos!, pues sería el colmo que después de un millón de dólares gastados en publicidad no lo tengamos claro…





Gabriel Hidalgo Andrade,
analista de opinión.


Publicado en el noticiero radial Poder Noticias.
Ecuador, lunes 02 de Julio de 2007.