lunes, 23 de julio de 2007

El conflicto Correa-Nebot es populista y por tanto perjudicial

Predicar abiertamente, a viva voz, y a los cuatro vientos, expresiones de polarización y conflicto social contiene una abundante y muy grave dosis de populismo, demagogia e inconveniencia. Debemos empezar por reconocer que la práctica del populismo no es de propiedad exclusiva de ningún grupo político especialmente, sino que se trata de una deformidad de la democracia que no supone sino sólo malestar e incertidumbre por causa de la ausencia, a veces temporal, de una ideología política definida la que en otros términos asegura un norte objetivo para los ciudadanos. Repetir sin empacho que “si es con Guayaquil, es conmigo” como si el resto de la República no importase, o que “la Patria ya es de todos” pero menos de unos u otros, que no son patria, se convierten en el continente de aquello que conocemos como un conflicto entre clases sociales por demás perjudicial. Aun cuando el Presidente de la República y el Alcalde porteño gozan de una popularidad que bordea del 65% al 70% de aceptación, ambos se afanan curiosamente en disputarse el dominio de la voluntad popular para asegurar permanencia a sus planes políticos en desmedro de una disputa que esta enfrentado a empresarios con obreros, a patronos con empleados, a pelucones con otro que dizque no tienen peluca. Todos ellos tradicionalmente se han entendido pacíficamente por efecto de una curiosa ausencia del impuesto indígena a las encomiendas aplicado en la época de la Colonia, como lo explica el historiador Guillermo Arosemena (El Comercio de Ecuador del 23 de julio de 2007). Este precedente ha provocado simpatía por la libertad empresarial que se vive aun hoy en ciudades costeras como Guayaquil, en las que debemos reconocer una gran destreza en el momento de convenir comercialmente, producir y mercar. Esta disputa entre ambos mandatarios faculta a los críticos a hacer este tipo de comentarios. En ese sentido se expresa Enrique Krauze, escritor mexicano y analista del diario EL PAIS de Argentina, para quien “el populista alienta el odio de clases”, y provoca el escándalo del mismo modo que el incitado por ambos gobernantes. Veamos, pues, si este enfrentamiento que se vuelve en contra de individuos, de sectores sociales que se necesitan y son complementarios, resulta lo más conveniente para la existencia armónica de esa comunidad.

Gabriel Hidalgo Andrade
Artículo publicado en el Noticiero radial Poder Noticias
Ecuador, 23 de julio de 2007.

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